Este es el último peldaño del año 2014. Aquí concluye un intervalo críptico y atípico de nuestra aventura que por circunstancias indescifrables compartimos, esta vez con menos optimismo.
No sé si culpar este antagonismo y antipatía a la perspectiva de un futuro arterioesclerótico donde la cordura y la estabilidad es incierta y no del todo palpable. Me perturba el deterioro de la sociedad que nos rodea hasta el punto de causarme pánico. Un miedo tan espeso que a veces descompensa las funciones de mi sistema urinario. La desintegración de los recursos naturales es una pesadilla, estamos destruyendo un milagro exclusivamente creado para garantizar nuestra supervivencia y que ahora nuestra generación observa de brazos cruzados cómo va desapareciendo este milagro.
¿Si tuvieses que contar la trayectoria de tu vida en este año que está a punto de terminar, por dónde comenzarías? Estoy convencido que sin importar los detalles de lo que encierras en tu esencia comenzarías recordando los besos que intercambiaste el primer día del año; un buen principio. Pienso que de ahí en adelante no tendría ningún sentido continuar escribiendo porque descubriríamos que todo lo que sucedió forma parte de una secuencia de eventos que de alguna manera se relacionan. Es como una cadena que arrastramos desde un principio y a la que vamos añadiendo eslabones que conectan todos los dramas según se van adjudicando a nuestras vidas.
Nada que añadir si aceptamos esta propuesta; entonces debemos aferrarnos a nuestros principios de supervivencia y continuar absorbiendo por nuestros cinco sentidos la vida y los eventos que nos marcan y nos traspasan con cierta indiferencia y crueldad. Siempre quedaran los espacios emocionales que se vacían para recibir nuevas impresiones y crear nuevos dramas hasta que en ese primer día del próximo año comencemos un nuevo ciclo de doce meses.
Entonces, si al final del calendario nos hacen la misma pregunta, recordaremos todos los besos registrados en aquél momento como si lo viviésemos otra vez, porque así lo hemos hecho siempre o por lo menos, desde que descubrimos que nos falla el sentido común. Felices días.
Marco Antonio