Como el agua de un manantial, el amor alivia la sed de pertenencia pero a veces se escurre entre tus dedos y entonces perdemos la sensación de saciedad y el tibio embeleso que produce el sentido de pertenencia.
Es algo que llega en el momento preciso para inundar todos los resquicios de nuestro ser y de momento, casi de manera imprevista se dispersa diluyendo su propósito sin nunca tomar forma.
Como el agua de un manantial, el amor no viene perfumado, su fragancia es parte de lo que aportamos y cuando deja de fluir no podemos olvidarlo porque es un complemento de los recuerdos ya vividos y ahí queda, como un bálsamo que alivia a la vez que desgarra. Un maravilloso instante que se nos escurrió entre los dedos sin saber por qué, sin siquiera tener la certeza de que verdaderamente intentabamos preservarlo.
Marco Antonio.