LO QUE SIEMPRE HEMOS QUERIDO DECIR, PERO HASTA AHORA NUNCA NOS ATREVIMOS

jueves, 31 de enero de 2013

DIALOGANDO CONMIGO MISMO...

A veces nos aferramos a la vida sin entusiasmo convencidos de que las experiencias futuras serán como las imágenes en un caleidoscopio; se repetirán una y otra vez. Es curioso, pero esos pensamientos son producto del hastío y la pereza que causa el aburrimiento. Las visiones tétricas no tienen substancia y el agobio nunca se viste de luces.

Todos vamos a entrar en el paraíso pero para tocar a sus puertas tenemos que llegar hasta ellas y la verdad es que nadie nos va a llevar de la mano. Entonces, habrá que cerrar la puerta de lo ya vivido sin mirar atrás y agarrarse con determinación a la esperanza. Si algo siempre quedará enroscado en nuestra fibra, es la fuerza moral para sobrellevarlo todo y comenzar de nuevo.

Hace años crucé el océano con el corazón en la boca consciente de que era un viaje sin regreso y mi rumbo me llevó hasta el lugar donde las aves majestuosas se levantan de sus cenizas. Ahora, todas las mañanas cuando despierto me invade la euforia de saber que tengo otro día para enfrentarme a mi destino, a las temporadas de borrascas y a la fortuna de saberme protegido y bien amado.

En mi interior estoy de fiesta. No es cuestión de suerte, simplemente nos negamos a reconocer cuán tenaces somos cuando nos lo proponemos . Ningún día es exactamente igual a otro, ninguna puerta se cierra del todo y contrario a lo que murmuren los de ceño fruncido y espaldas encorvadas, llegaremos hasta las puertas del paraíso antes de que las luces se apaguen.

Marco Antonio