Donde quieras que
te encuentres, sabrás que te están llevando de la mano o por lo menos esa es la
sensación que secretamente nos embarga a todos.
Las cosas que están sucediendo hoy, como las de ayer, de alguna manera producen
la sensación de que van atadas a un hilo invisible, un cordón premeditado que
tarde o temprano te conduce a un razonamiento incontrovertible ; entonces
puedes entender el por qué de las cosas cuando la vida te sitúa en una
encrucijada, El instinto no suele
traicionarnos, está claro que no dirigimos la orquesta pero sí somos
conscientes de que nos han adjudicado, desde el principio, cierto papel de
marionetas.
Todos vamos
construyendo con las piezas del rompecabezas que nos asignan según las vamos
eligiendo del montón. Algunos intentamos concentrarnos pero aún así, elegimos
al azar en esta incierta trayectoria. Otros, al parecer, con más visión y lucidez, pueden seleccionar
una mejor estrategia dentro de sus capacidades intuitivas, lo que al parecer,
pudiese proporcionarles una vida más cómoda y feliz, pero no necesariamente.
No me cabe duda que
voy de su mano porque las circunstancias me dicen que siempre ha sido así. La vida no es un paisaje
de amapolas donde revoletean las mariposas para nuestro deleite personal. La
vida es más como un conjunto de
diapositivas que estampan mi retina, conspirando con mi sentido del olfato, el
auditivo y las papilas gustativas, una realidad hecha a la medida , una interminables secuencia de reacciones bioquímicas
que se regeneran hasta que tu tiempo se agote. Si pensamos que al final confrontaremos lo inimaginable, nos
sentiremos como náufragos en un inmenso y
perpetuo vacío donde no formularemos concepto ni tendremos perspectiva ni consciencia
de la realidad.
Es congruente aferrarse
a la fe, porque así nos sentiremos parte de algo indispensable que se
perpetuará en la pureza del proceso y que sí, habrá otra realidad, otra
perspectiva para la cual, en estos momentos no estamos capacitados para entender.
Marco Antonio