LO QUE SIEMPRE HEMOS QUERIDO DECIR, PERO HASTA AHORA NUNCA NOS ATREVIMOS

martes, 31 de enero de 2012

LA ALEGRÍA DE VIVIR

LA ALEGRÍA DE VIVIR

Me pregunto si esta mañana cuando te miraste en el espejo descubriste en tus ojos la alegría de vivir. Me pregunto si al seguir la línea de tus labios ya sabías de antemano que te estaba esperando esa tendencia a sonreírte a ti misma cuando recuerdas las experiencias que reverdecen en tu corazón.

Es maravilloso sentirse feliz ante el espejo y soñar que el resto de tu vida pudiese ser así, como el reflejo de un camino que comienza y termina con tu determinación de ser tal como eres sin mover un árbol o una piedra del paisaje. No siempre contemplamos el reflejo de nuestras pupilas en ese espejo para celebrar el acontecimiento de que somos parte de un mundo feliz, porque sabemos que no es la realidad.

Me pregunto cómo, desde este infinitésimo rincón que cada uno de nosotros ocupamos, podríamos de alguna manera alterar las consecuencias del inexorable paso del tiempo. Cómo se desvía el curso de un río que por su naturaleza se pierde en el mar para conseguir que su cauce reviva la tierra árida, el árbol seco, la esperanza perdida o el reflejo de un rostro triste en un espejo roto.

Qué milagro se necesita para alimentar a los que sin pedir que les trajeran al mundo, se mueren de hambre sin saber por qué. Quién será el primer valiente que se despoje de su arma con la esperanza de que su acto inspire a otro y a otro más. Cuál será el primer país que descubra la fórmula para erradicar la terrible enfermedad de la codicia y la insensibilidad. Qué tenemos que hacer para volver a mirarnos en el espejo y ver reflejados en nuestros rostros vestigios de esa felicidad que resurge de la esperanza. Cómo curar la apatía y remendar la confianza de un mundo cuya indiferencia es muda a la promesa.

Quizás si cambiáramos de espejo y sólo permitiéramos el reflejo de los sueños y las ilusiones, entonces volveríamos a sentir un sentimiento espontáneo. Algo así como la alegría de vivir.

Marco Antonio

domingo, 29 de enero de 2012

MIS MIEDOS

A veces siento un miedo atroz de la realidad que me rodea. Me sucede después de haber sostenido un diálogo intrínseco con el no sé qué; ése que forma parte de los circuitos electro-químicos que ocurren en mi cerebro, un proceso mejor conocido como el subconsciente.

La realidad la intuimos a través de los sentidos, sin ellos no hay causa ni efecto, sin ellos no hay razón para deducir que somos elementos especiales en este escenario al que llamamos La Vida. Sin esa susceptibilidad no nos fuera posible dialogar con el no sé qué.

Tiemblo cuando el drama que percibo a mi alrededor se desfigura y se torna tan rocambolesco que comienzo a dudar si en algún momento he sido trasladado a otra dimensión, un espacio insólito donde los valores humanos y la violencia son la orden del día.

Cuando oigo hablar por los medios televisivos con tanta naturalided de los miles de niños que mueren de hambre y de los cientos de mujeres que pierden la vida por tan sólo amar, me pregunto si este es el lugar donde nací vestido de inocencia y soñando con soldaditos de plomo. De noche miro al cielo y al parecer veo las mismas estrellas parpadeando y ya desvelado, me sorprende el resplandor de un nuevo día. Todo parece igual, pero no es lo mismo, se respira la desconfianza en el ambiente y la hostilidad en el aura del que por tu lado pasa.

Nadie se atreve a dejar a sus hijos jugar solos más allá de donde alcanza tu visión y la puerta de tu casa posiblemente tenga tres cerrojos. Los soldaditos de plomo han desaparecido y ya no se ven tantas muñecas ni niñas vendiendo limonadas en la esquina de su calle como parte de un juego entre amigas entrañables.

Tengo miedo de que el mundo tal como lo imaginaba nunca haya existido fuera de mi fantasía infantil. El cristal en mis ventanas se ha ido empañando con el tiempo y ahora vivo en un lugar oscuro. Y tengo miedo.

Marco Antonio