Quiero escribirle a la madre del tiempo
para que mis palabras abrasen sus pupilas,
las tuyas y las mías, las de todos los otros
que ciegos de envidia marcharon a otra vida.
Confesaré los miedos que manchan mis espejos
y el pesar de saber que me arrastro en su aliento,
preguntaré por las horas perdidas en las sombras,
las que trajeron luz; a vuelta de inocencias.
Será una comunión de largas moralejas,
es mi carta de amor a una madre ramera
que a su paso despoja, desangra y desvalija,
sin prometer mañanas y sin menguar distancias.
Sólo me queda alma para surcar tu rumbo
y entregar esta carta ya marchita la rabia.
En la espera final no me queda la duda
que llegarás a tiempo, para morir conmigo.
Marco Antonio
para que mis palabras abrasen sus pupilas,
las tuyas y las mías, las de todos los otros
que ciegos de envidia marcharon a otra vida.
Confesaré los miedos que manchan mis espejos
y el pesar de saber que me arrastro en su aliento,
preguntaré por las horas perdidas en las sombras,
las que trajeron luz; a vuelta de inocencias.
Será una comunión de largas moralejas,
es mi carta de amor a una madre ramera
que a su paso despoja, desangra y desvalija,
sin prometer mañanas y sin menguar distancias.
Sólo me queda alma para surcar tu rumbo
y entregar esta carta ya marchita la rabia.
En la espera final no me queda la duda
que llegarás a tiempo, para morir conmigo.
Marco Antonio