Aprendí a dibujarte en la nostalgia
con los parpados cerrados, sin quererlo.
Descalza, se esfuma tu frágil transparencia
quedando las cenizas de mi crudo empeño.
Desconozco esta obsesión, este yugo
candente que retuerce mi cordura.
Sin sombras del olvido se acentúa tu ausencia
y sin palabras me oigo repetir cuánto te quiero.
Se ama más allá del tabernáculo infinito
donde la noche nunca espera al día.
Se ama sin voz, con el dolor de la desdicha
atada a la ilusión y a los recuerdos.
Si alargar mis brazos pudiese entre las sombras,
vencería el letargo silencioso de esta fosa fría
para perseguir al espectro de la vida
y entregarte mi amor, aunque no pueda verte.
Marco Antonio