DESENLACES IMPREDECIBLES
(Segunda parte)
Cuando se desatan las pasiones incontrolables, perdemos la perspectiva y se crea una realidad que solo cumple un objetivo: el que queremos ver. Desde no muy lejos contemplo la vida de una familia cuyos puntales están a punto de desmoronarse. El desamor entró por la puerta, esa que todos mantenemos bien cerrada, y se pronunció como una sentencia cargada de desprecios y desconfianza.
Él la conoció en un viaje de placer en la costa del Mediterráneo y entre las sábanas de la nueva aventura, perdió el rumbo y el sentido de la responsabilidad. Todos entendemos algo de estas cosas que pasan en la vida, pero ¿quién se las explica al niño de ocho años que pregunta por qué su padre ha desaparecido? Su madre, tampoco lo entiende, porque hasta hace poco todo parecía un cuento de hadas donde la felicidad nunca termina. Sin embargo, ahora la vida para ella se ha convertido en una selva donde los caminos son todos inciertos y el intentar sobrevivir y perdonar es una panacea, porque bien sabe que va pisando en falso.
No es fácil desprenderse del amor cuando te entregaste de cuerpo y alma a un hombre que te prometió formar parte del resto de tu vida. No es fácil apagar la llama de un idilio cuyo fruto es la criatura que te mira con la pregunta en los ojos y para la que no hay respuesta. Ellos pertenecen a un mundo especial, un mundo desconocido para nosotros, el de los sordos, pero el más lastimado no lo es. Gracias a Dios el resto de nosotros, desde no muy lejos mantenemos los brazos abiertos para llenar los espacios grises que esta familia no puede satisfacer por causa de su incapacidad.
Pero el desenlace es injusto… porque la ausencia premeditada de su padre, ésa, nadie la puede reemplazar.
Marco Antonio