LO QUE SIEMPRE HEMOS QUERIDO DECIR, PERO HASTA AHORA NUNCA NOS ATREVIMOS

miércoles, 26 de marzo de 2014

REFLEXIONANDO



Aquí estamos sentados frente a la pantalla del ordenador conscientes de que este es el momento que dedicamos a nosotros mismos. Ya no somos tan raros, más que soñadores hilvanando redes de lazos invisibles somos la vívida expresión de la actualidad y aunque nuestro entorno, al parecer se nos viene abajo, aquí estamos otra vez en la eterna búsqueda del no sé qué, porque no tenemos los objetivos tan claros. Eso sí, sólo cuando se nos antoja, sentimos la necesidad de formar parte de esta simbiosis que crea el contacto sideral. ¿Será que secretamente necesitamos confirmar que nuestra soledad no es un síntoma de enajenación?

El dialogo con el entorno invisible nos da ciertas libertades, el intercambio de ideas fluye sin pensar que en algún lugar de la red hay un ser humano que si se materializara frente a nosotros, quizás sería amenazante en sus expresiones, en sus respuestas y en su aura personal, pero frente a esta pantalla del ordenador, sus opiniones o discrepancias sólo contribuyen al crecimiento de nuestra autoestima y a la confirmación de que aún poseemos un grado de cordura.

Hubo un tiempo en que nuestra existencia fue más espiritual y menos compleja, entonces la imaginación no era sometida a tan inextricable tumulto de avances tecnológicos. Aún no habíamos despertado en el subconsciente las facultades que ahora ejercitamos frente a este teclado y esta pantalla. Casi nadie es consciente de su apariencia psicológica personal, pero en ése contexto, en nada nos parecemos a generaciones pasadas. No apreciamos cambios físicos en el espejo, pero en la cabina de mandos sí podríamos descubrir nuevas ramificaciones que afectan la conducta y nuestras preferencias.

Ahora estamos sentados aquí dispuestos a confrontar el mundo que en parte sólo existe en nuestra imaginación y nos disolvemos junto con las palabras que fluyen desde el teclado a la pantalla de algún ordenador, para nosotros, imaginario. Es así como organizamos la vida, un balance entre lo real y cotidiano y lo deliciosamente adictivo de nuestro noviazgo entre el subconsciente y las redes sociales.

Marco Antonio