Cuántas veces las circunstancias de la vida provocaron ese vacío emocional que siempre queda cuando se ausenta el amor. Como quizás les ocurre a los arboles en invierno cuando sus hojas se marchitan, se desprenden y se pierden en el tiempo. ¿Me pregunto si sentirán el dolor del abandono o si quedará en ellos alguna señal de la angustia y el desamor? Posiblemente no, porque el enajenamiento es propiedad nuestra, es una manera de morir, pero no del todo. Cuando en el campanario del corazón dejan de tañer las campanas, quedan los puñales del recuerdo y en la caja de Pandora nos aguarda la determinación para volver a llenar ése vacío emocional con nuestra capacidad para amar y amar otra vez.
Entonces, en algún recodo de nuestra existencia nos cegará una luz y se detendrá el tiempo y ese amor que siempre ha estado ahí esperando su momento, inundará todos los espacios, todos los vacíos y como la miel que se escurre sobre la corteza de ciertos arboles nos sanará las heridas. La vida volverá a permitirnos ejercer el sentido de pertenencia, amaremos sin prejuicios y nos dejaremos amar sin que nos consuma la duda y el temor.
Marco Antonio
Entonces, en algún recodo de nuestra existencia nos cegará una luz y se detendrá el tiempo y ese amor que siempre ha estado ahí esperando su momento, inundará todos los espacios, todos los vacíos y como la miel que se escurre sobre la corteza de ciertos arboles nos sanará las heridas. La vida volverá a permitirnos ejercer el sentido de pertenencia, amaremos sin prejuicios y nos dejaremos amar sin que nos consuma la duda y el temor.
Marco Antonio