LO QUE SIEMPRE HEMOS QUERIDO DECIR, PERO HASTA AHORA NUNCA NOS ATREVIMOS

sábado, 1 de octubre de 2011

ME ASUSTAS

                                 ME ASUSTAS

Me asusta saber que en este mundo respiran
almas como la tuya, mentes que desprenden luces
y palabras de fuego para vivir de sueños inquietos
que en las pausas de tranquilidad espiritual
llegan a habitar la soledad de sus cielos.

Me asusta saber que te he conocido sentenciado
a no mirarme en tus ojos, ni oír el timbre de tu voz.
No sé como cubrir la distancia hasta tus manos,
sentir la textura de tu cabello.
Pensar en el calzado que cubre tus pies,
en el collar que adorna tu cuello,
en el cinturón que ciñe tu cintura.

Me asusta saber que he de perderte a destiempo,
en un día de lluvia o de sol, sin poder hacer nada
para evitar el silencio de tu ausencia.
Sé que respiraré tu recuerdo en habitaciones vacías
como se aspira el perfume de viejos espejismos.

Me asusta saber que no nos sobra el tiempo.
Cuando tiembla la mano o se opaca la voz,
aún nos queda esa inquieta costumbre
de inventarnos los versos y las frases de amor.


Marco Antonio

jueves, 29 de septiembre de 2011

EL VUELO

                                  EL VUELO

En las alas de un pájaro volaba la ilusión,
sintiéndose más tuya sin la presencia mía.
Escondí la razón en un cajón vacío
y dejé de soñarte para inventar recuerdos.
Ya no me sirve el tiempo para llenar la vida,
pero aún llevo el amor colgando de este árbol
que entre sus hojas verdes fermenta una añoranza
y busca otro refugio para anidar promesas.
Veo mejor el mundo con los ojos cerrados
si el viaje se me antoja a la luz de una aureola.
Imagino las horas que se escurren sin prisa
deshaciendo en un soplo los remiendos de ayer
y en las alas del pájaro se desliza la vida
arrastrando su estela, ilusa en su alegría,
hastiada en su dolor.

Marco Antonio

martes, 27 de septiembre de 2011

DILEMA ETERNO

DILEMA ETERNO

En estas noches cuando las estrellas se encaprichan en cubrir todo el firmamento parpadeando sus historias, sus testimonios de mundos que ya dejaron de existir hace miles de años, me pregunto si la vida es buena. Por más vueltas que le doy a la pregunta no acierto a responderme con satisfacción. Somos parte del universo y como todas esas luces que pestañean en sus trayectorias es natural que dudemos de nuestra propia excelencia.
¿Cómo se puede opinar si la vida es buena o no? Sobre todo si la respuesta que buscamos no es tan convincente como para debatir el tema de que somos elementos en procesos transitorios y que en realidad es la vida la que nos machaca constantemente, la que nos hace y nos deshace. Podemos estar de acuerdo en la proposición de que según pasa el tiempo nos acercamos a un veredicto final; como en toda trayectoria, vamos evolucionando para mejor o para peor. Pero cuando ya estamos próximos a ese desenlace final del que hablo, la percepción de lo que somos no es nuestra porque dentro de las limitaciones del entorno, son otros los que nos catalogan por el cúmulo de nuestras acciones. Así se catalizan todas esas conjeturas que nos zurcen a las etiquetas que llevamos. Terminamos circulando por la vida rotulados por las opiniones y la cambiante sensibilidad de aquellos que nos confrontan y tambien para esos que conviven en nuestro espacio; para esos, a veces somos buenos y otras no tan buenos. Naturalmente, esto nada tiene que ver, ni concuerda con lo que opinamos de nosotros mismos. Pero me he apartado de la pregunta original: ¿La vida, es buena o es mala?

Me pregunto si nuestro potencial cognitivo fuese un componente genético ya desarrollado cuando navegábamos en los fluidos consanguíneos ancestrales ¿elegiríamos venir al mundo a pesar de tener conocimiento de lo que nos esperaba? ¿Importaría entonces que la vida fuese buena o mala?
Marco Antonio