LO QUE SIEMPRE HEMOS QUERIDO DECIR, PERO HASTA AHORA NUNCA NOS ATREVIMOS

sábado, 5 de junio de 2010

CARTA A LA VIDA 1999


Es mi hora de escribirte porque en el silencio mágico de la noche nunca faltan las palabras de amor. Están despiertas aún cuando dormimos. Rehúsan morir en un rincón del alma sin ser escuchadas.
Te escribo desde mi orilla del espacio que nos separa, desde este extremo del océano que alarga las horas de la espera. Cuando esta carta encuentre tus ojos, serán las palabras las que habrán cruzado el mar deshaciendo distancias. Entonces nada se interpondrá entre lo que quiero decirte y lo que añoras oír. Es el puente de amor conque lavo mí tiempo de cólera y busco el sosiego en el candor de tus pupilas.

Quedan las tardes de mi mundo de islas para llenar mi maleta imaginaria   con semillas de amor. Las llevo al mar con la esperanza de que alcancen la orilla donde se baña tu espuma.  Llegará el día en que cruzaré este océano para ir a tu encuentro de pétalos azules y por el resto de mi vida, no contará el tiempo.

Me ha tragado la tierra para que germinen nuevas raíces. Raíces de hombre con esperanzas. Se puede aprender a redescubrir la inocencia en un beso y la ternura en la sensibilidad de una promesa. ¡Qué será de mí! ... porque, sin querer, te quiero tanto.

Marco Antonio

martes, 1 de junio de 2010

CARTA A MÍ MISMO

Mayo 2010

A VECES HAY QUE GRITARLO…

No es tiempo el que me sobra para alargar la lengua y saborearlo todo. Su falta es lo que más añoro para poder seguir degustando de los colores del mundo, sus noches y sus días, las gotas de la lluvia, el olor a pan horneado, la risa de los niños y todo lo que se manifiesta a través de mis cinco sentidos. Me falta tiempo para entenderlo y asimilarlo todo, hasta para deshacerme de la carga emocional que vibra a mi alrededor. Siempre me desdobla. Quisiera estar convencido de que dentro de mí queda suficiente espacio para amar hasta el infinito, pero creo que no. Día a día, el tenaz y persistente contacto con la indiferencia tatuada en la piel de aquellos que me tocan no lo permite y me voy consumiendo en ese espacio saturado de artificialidad y desconfianza. A veces siento que soy mi peor enemigo, aplastado bajo el peso de mis propias contradicciones. Lo digo en voz alta como si no me importara, pero en verdad, me importa demasiado porque me causa un descarnado dolor en el alma. La verdad es que no acierto a ubicarme en éste rompecabezas de contradicciones. Sospecho que me apesta la vida, porque no se asemeja a mis sueños. He apagado los oídos para prestar mejor atención a mis fantasías y así he descubierto que el placer de vivir de sueños es más agradable que la puta realidad que perciben mis sentidos. Sé muy bien que estoy hablando así, porque en estos días murió una persona que nunca verá a su nieto crecer. Se marchó con la idea de que aún le quedaba mucho por vivir.

Marco Antonio