Sin duda, es este un prodigioso fenómeno, un inseparable elemento en el transcurso del tiempo que va nutriendo nuestros sentidos a la vez que nos forma y nos deforma con implacable sutileza y sin predeterminación. Al final nos lleva de regreso al principio de todas las cosas.
¡Pero qué maravillosa aventura! Descubrir que somos tantos y todos compartimos las mismas emociones, la felicidad, los dramas, las calamidades y la satisfacción que produce la buena fe cuando en las bifurcaciones de nuestra existencia tenemos que servirnos de ella. Si tal como vinimos, nada llevamos, entonces quedaran las semillas de la convivencia en el huerto de los recuerdos, aquellas que sembramos en las primaveras de nuestros mejores tiempos.
Marco Antonio