No me sobra el tiempo para alargar la lengua y saborearlo todo. Es su falta lo que más me preocupa, añoro el no poder tragarme los colores del mundo, las noches, los días, las gotas de lluvia y el olor a pan horneado. Me nutro de la risa de los niños y todo lo que se acerca a mí por los cinco sentidos y encuentro que sí me falta tiempo para abarcarlo todo.
También reconozco que existe un lado oscuro, esa sinuosa característica tan necesaria en todo ser humano para mantenernos en equilibrio. En ocasiones se manifiesta como una carga emocional que irrumpe en nuestro entorno y nos imaginamos desprotegidos y atrapados. Es como sentirse extranjero en un país desconocido donde todas las experiencias son nuevas y en cada momento nos vemos forzados a improvisar porque no podemos contar con la experiencia de nuestros hábitos de conducta. Es entonces cuando nuestro carácter se desdobla y reaccionamos precipitadamente y por lo general de manera negativa.
Quisiera tener un alma con un siglo de experiencias y suficiente espacio y flexibilidad para amar hasta el infinito, pero reconozco mis limitaciones. El contacto personal es como una piel que rechazo sin analizarla demasiado. En un principio, cuando invade mi entorno no me inspira confianza, así que son raras las ocasiones en que intento profundizar. No soy de los que atraviesa con facilidad esa frontera porque no siempre las experiencias son agradables y en mi caso, los intercambios no progresan. Hay situaciones en que el intento es tan inflamable como si prendiéramos fuego a un papel de china que en un instante se carboniza en su propia desconfianza.
Me pregunto si somos como un cuerpo que no suda por temor a descubrirse y preferimos huir porque imaginamos un olor a miasma que no es real y visualizamos el egocentrismo como una babosa húmeda que lame y chupa hasta consumirlo todo. A veces me siento aplastado bajo el peso de mis propias contradicciones como si nada me importara, pero no es verdad, me importa todo y todo lo que está a mi alcance me causa un descarnado dolor en el alma. No acierto a ubicarme en este rompecabezas como lo que soy, una pieza más. He dejado de oír por las orejas para prestar mejor atención a mis fantasías y así he descubierto el placer de vivir de sueños. Es mucho más agradable que la realidad.
No creo que encuentre muchas opiniones que coincidan con mi forma de pensar…
Marco Antonio
También reconozco que existe un lado oscuro, esa sinuosa característica tan necesaria en todo ser humano para mantenernos en equilibrio. En ocasiones se manifiesta como una carga emocional que irrumpe en nuestro entorno y nos imaginamos desprotegidos y atrapados. Es como sentirse extranjero en un país desconocido donde todas las experiencias son nuevas y en cada momento nos vemos forzados a improvisar porque no podemos contar con la experiencia de nuestros hábitos de conducta. Es entonces cuando nuestro carácter se desdobla y reaccionamos precipitadamente y por lo general de manera negativa.
Quisiera tener un alma con un siglo de experiencias y suficiente espacio y flexibilidad para amar hasta el infinito, pero reconozco mis limitaciones. El contacto personal es como una piel que rechazo sin analizarla demasiado. En un principio, cuando invade mi entorno no me inspira confianza, así que son raras las ocasiones en que intento profundizar. No soy de los que atraviesa con facilidad esa frontera porque no siempre las experiencias son agradables y en mi caso, los intercambios no progresan. Hay situaciones en que el intento es tan inflamable como si prendiéramos fuego a un papel de china que en un instante se carboniza en su propia desconfianza.
Me pregunto si somos como un cuerpo que no suda por temor a descubrirse y preferimos huir porque imaginamos un olor a miasma que no es real y visualizamos el egocentrismo como una babosa húmeda que lame y chupa hasta consumirlo todo. A veces me siento aplastado bajo el peso de mis propias contradicciones como si nada me importara, pero no es verdad, me importa todo y todo lo que está a mi alcance me causa un descarnado dolor en el alma. No acierto a ubicarme en este rompecabezas como lo que soy, una pieza más. He dejado de oír por las orejas para prestar mejor atención a mis fantasías y así he descubierto el placer de vivir de sueños. Es mucho más agradable que la realidad.
No creo que encuentre muchas opiniones que coincidan con mi forma de pensar…
Marco Antonio
para nosotros, los que ya vivimos bastante, a pesar que quisieramos alargar mas que nunca ese tiempo, de esta vida que amamos a pesar de todas las cosas, se nos presentan esos deseos vividos de hacer mas de lo que podemos. y al mismo tiempo renunciar a todo quizas por cansancio, o por inercia.
ResponderEliminarEl mundo se hace cada vez mas extraño, un mundo de gente siempre mas jovenes, donde ya pareciera que no tenemos cabida, y sin embargo quiseramos tener esos brios y esa fuerza que nos falta para realizar sueños, al final nos conformamos en esos recuerdos, y cerrando los ojos vivimos con la imaginacion
Nos aislamos, porque ya esta no es nuestra epoca, nuestro
mundo, todo cambia y nos escondemos en nuestro caracol para preservarnos.Como siempre un abrazo y coindiendo en tu forma de pensar.
te saluda Carmen
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMi querida Carmen:
ResponderEliminarMientras corra una gota de sangre por tus venas con ganas de vivir, defenderas tus derechos a ser única y expresar tus argumentos a los cuatro vientos. Así continuaremos haciendolo querida mía.
Marco Antonio
Viví vivo y viviré de sueños, quizás no sea beneficioso, pro es lo que me mantiene y me conduce por esta vida especial. Pero aún tengo mucho por dar, no me considero un trasto viejo, mis hijos hacen que aún sienta la vida plenamente y el contacto con la gente me gusta, soy cariñosa por naturaleza, me gusta dar cariño, expresarlo que se den cuenta que los quiero, muchos no lo hacen porque viven su adentro y su egoísmo. No interesa, por momentos decaigo y digo para que doy tanto saludo digo besos te quiero si ni siquiera siento que soy correspondida. no importa, lo hago porque soy así y los que no lo son no lo comprenderán. Tengo mucha nostalgia, es una parte ¿oscura quizás? de mi, no la puedo sacar y allí me enojo con esa gente que no sabe recibir mi cariño. Después pasa y digo allá ellos , yo soy feliz dándolo ellos no lo serán tanto. No escapo a la piel no , porque entonces me encerraría en una cueva oscura y terminaría mi vida. Tengo casi 65 años no soy joven pero, tengo mucho por dar aún, ya tendré tiempo de sumergirme en las oscuras aguas de la indiferencia por ahora sigo dando siempre. Un beso amigo mío!
ResponderEliminarperdón! no te he saludo Caren , disclupa un beso grande!!
ResponderEliminarCada quien tiene su experiencia de vida y su modo de relacionarse también según su natural manera de ser. No me resulta difícil un primer acercamiento, el paso inicial de un vínculo. Soy cauta para dar el siguiente, el que lleva al terreno de una mayor intimidad, pero algunas veces -pocas pero poderosas- la cautela no ha servido de mucho y me he llevado gruesas desilusiones. Es la vida, me dije. Hay que arriesgar. Pero cada vez tengo menos ganas de arriesgar y más de circunscribirme a un ámbito reducido de afectos. Los de siempre, los seguros, los probados que no me darán una puñalada por la espalda. Por lo demás, a estas alturas no queda demasiado para aspirar los aromas de la naturaleza o hundirse en una caricia vitalizadora y vitalizante. Es hora de no dejar pasar ni un minuto que no sea para vivirlo plenamente. Lo que piensen los otros también me importa cada vez menos. No me gusta lastimar y trato de no hacerlo, pero quiero ser aceptada como soy y si no... todo bien. Un abrazo apretado para ti, Marco. Y sendos besos para Carmen -muy sabia en su reflexión- y para Susana,muy honesta como siempre.
ResponderEliminarRAPHAELA
Ya veo que sí,hay ángeles que piensan como yo. Me pregunto si esta actitud es un artilugio de defensa ante tanta demencia a nuestro alrededor o simplemente es una cuestión genética. Un beso
ResponderEliminarGracias Raphaela,Carmen,María Susana.
Marco Antonio
de nda M. antonio
ResponderEliminarHay un poco de ambas cosas: un factor genético sumado a un recurso defensivo... y ambos se potencian,mi querido emperador
ResponderEliminarRaphaela