A veces siento un miedo atroz de la realidad que me rodea. Me sucede después de haber sostenido un diálogo intrínseco con el no sé qué; ése que forma parte de los circuitos electro-químicos que ocurren en mi cerebro, un proceso mejor conocido como el subconsciente.
La realidad la intuimos a través de los sentidos, sin ellos no hay causa ni efecto, sin ellos no hay razón para deducir que somos elementos especiales en este escenario al que llamamos La Vida. Sin esa susceptibilidad no nos fuera posible dialogar con el no sé qué.
Tiemblo cuando el drama que percibo a mi alrededor se desfigura y se torna tan rocambolesco que comienzo a dudar si en algún momento he sido trasladado a otra dimensión, un espacio insólito donde los valores humanos y la violencia son la orden del día.
Cuando oigo hablar por los medios televisivos con tanta naturalided de los miles de niños que mueren de hambre y de los cientos de mujeres que pierden la vida por tan sólo amar, me pregunto si este es el lugar donde nací vestido de inocencia y soñando con soldaditos de plomo. De noche miro al cielo y al parecer veo las mismas estrellas parpadeando y ya desvelado, me sorprende el resplandor de un nuevo día. Todo parece igual, pero no es lo mismo, se respira la desconfianza en el ambiente y la hostilidad en el aura del que por tu lado pasa.
Nadie se atreve a dejar a sus hijos jugar solos más allá de donde alcanza tu visión y la puerta de tu casa posiblemente tenga tres cerrojos. Los soldaditos de plomo han desaparecido y ya no se ven tantas muñecas ni niñas vendiendo limonadas en la esquina de su calle como parte de un juego entre amigas entrañables.
Tengo miedo de que el mundo tal como lo imaginaba nunca haya existido fuera de mi fantasía infantil. El cristal en mis ventanas se ha ido empañando con el tiempo y ahora vivo en un lugar oscuro. Y tengo miedo.
Marco Antonio
La realidad la intuimos a través de los sentidos, sin ellos no hay causa ni efecto, sin ellos no hay razón para deducir que somos elementos especiales en este escenario al que llamamos La Vida. Sin esa susceptibilidad no nos fuera posible dialogar con el no sé qué.
Tiemblo cuando el drama que percibo a mi alrededor se desfigura y se torna tan rocambolesco que comienzo a dudar si en algún momento he sido trasladado a otra dimensión, un espacio insólito donde los valores humanos y la violencia son la orden del día.
Cuando oigo hablar por los medios televisivos con tanta naturalided de los miles de niños que mueren de hambre y de los cientos de mujeres que pierden la vida por tan sólo amar, me pregunto si este es el lugar donde nací vestido de inocencia y soñando con soldaditos de plomo. De noche miro al cielo y al parecer veo las mismas estrellas parpadeando y ya desvelado, me sorprende el resplandor de un nuevo día. Todo parece igual, pero no es lo mismo, se respira la desconfianza en el ambiente y la hostilidad en el aura del que por tu lado pasa.
Nadie se atreve a dejar a sus hijos jugar solos más allá de donde alcanza tu visión y la puerta de tu casa posiblemente tenga tres cerrojos. Los soldaditos de plomo han desaparecido y ya no se ven tantas muñecas ni niñas vendiendo limonadas en la esquina de su calle como parte de un juego entre amigas entrañables.
Tengo miedo de que el mundo tal como lo imaginaba nunca haya existido fuera de mi fantasía infantil. El cristal en mis ventanas se ha ido empañando con el tiempo y ahora vivo en un lugar oscuro. Y tengo miedo.
Marco Antonio
Muchos sentimos igual, nadie lo dice mejor que tú, Marco. Un abrazo.
ResponderEliminarLa vida nos va llevando por caminos desconocidos, si tenemos miedo por nuestros nietos, por el futuro de la humanidad, quizas la culpa sea un poco nuestra, por no plantarnos y dar ese sopapo que nos daban nuestros abuelos cuando no haciamos lo debido.
ResponderEliminarCarmen P
my bueno como siempre amigo, dejando una realidad que no se puede negar. Cariños
ResponderEliminarDaría lo que no tengo por servir una merienda, repartir unos bombones o preparar un "mojito cubano" cuando las veo aquí sentadas a mi mesa.
ResponderEliminarUn TE QUIERO para todas.
Marco Antonio
EL MIEDO SE HA CONVERTIDO EN PARTE DE NUESTRO DÍA A DÍA, ES COMO UNA PESADA CARGA QUE TENEMOS QUE LLEVARA TODOS LADOS, NO PODEMOS SER LIBRES OTRAVEZ, NO NOS DEJA SOÑAR COMO NIÑOS Y DISFRUTAR DE CADA MOMENTO, AHUN ES TIEMPO NO ES DEMACIADO TARDE PARA HACER ALGO.
ResponderEliminarCECY