Es una carrera demencial. Se polarizan los sentidos y el tiempo se escurre a un ritmo tan acelerado que sin acabar de centralizarnos en la avasalladora realidad del presente, comenzamos a sentirnos exhaustos.
El tiempo y por consiguiente la vida se mueve tan de prisa que sólo el instinto de supervivencia nos da la noción de la magnitud de la odisea. Una vez más hemos cruzado esa línea imaginaria que representa el principio de un nuevo año, pero el aprovechamiento y los logros no han cambiado de sabor y al parecer, aún estamos a tiempo para hacernos todo tipo de preguntas, por ejemplo: ¿Por qué no valoramos más la constancia con que nuestros pulmones cumplen su cometido sin importarles la razón de esta trayectoria? Este órgano no desiste ni un instante en su tarea de sustraer el oxígeno del medio ambiente para que continuemos sobreviviendo hasta la clausura de nuestro ciclo biológico.
El tiempo se desliza como una sábana de seda dejándonos al final, desnudos y sin recursos. Las experiencias de los años transcurridos se alojan en el subconsciente; no son más que recuerdos que endurecen la fibra y transforman la conducta. Pero eventualmente todo se apaga y el oxígeno continúa reciclándose en otras vidas que nada tienen que ver con las nuestras.
Marco Antonio
El tiempo y por consiguiente la vida se mueve tan de prisa que sólo el instinto de supervivencia nos da la noción de la magnitud de la odisea. Una vez más hemos cruzado esa línea imaginaria que representa el principio de un nuevo año, pero el aprovechamiento y los logros no han cambiado de sabor y al parecer, aún estamos a tiempo para hacernos todo tipo de preguntas, por ejemplo: ¿Por qué no valoramos más la constancia con que nuestros pulmones cumplen su cometido sin importarles la razón de esta trayectoria? Este órgano no desiste ni un instante en su tarea de sustraer el oxígeno del medio ambiente para que continuemos sobreviviendo hasta la clausura de nuestro ciclo biológico.
El tiempo se desliza como una sábana de seda dejándonos al final, desnudos y sin recursos. Las experiencias de los años transcurridos se alojan en el subconsciente; no son más que recuerdos que endurecen la fibra y transforman la conducta. Pero eventualmente todo se apaga y el oxígeno continúa reciclándose en otras vidas que nada tienen que ver con las nuestras.
Marco Antonio
realmente interesante lo que he leído, en realidad no valoramos la importancia de nuestros pulmones, ni de la de nuestros riñones que filtran nuestras impurezas, ni la de nuestro propio corazón que bombea sistemáticamente a lo largo de nuestra vida, pobre muchas veces con un enorme cansancio. Traspasamos la imaginaria línea de un año a otro y aún no sabemos que pasará, en realidad mucho no ha cambiado, las desigualdades siguen, las crisis aumentan, las muertes por violencia familiar son el pan de cada día.(en mi país y muchos otros)
ResponderEliminarEs entonces cuando me pregunto por qué nuestros pobres pulmones se afanan tanto cuando por ejemplo frente mi se fuma impunemente sin importar - yo no fumo- que mis pulmones quizás terminen enfermos. Es entonces cuando medito y digo. Estoy viva porque mi hora no ha llegado, pero no más que por eso, pues todo el ámbito conspira para que en realidad ni mis pulmones me tramitan el oxígeno-¿limpio? de donde, la contaminación es cada día mayor, el efecto invernadero aumenta. en mi ciudad con 40 grados de temperatura nos cortan el servicio eléctrico durante 4 horas. O sea sobrevivo, pues porque aún algo de fuerza me queda y es entonces que para "purificarme realmente" recuerdo mis años pasados donde el el frío era frío donde el calor era tolerable, donde no había cortes de luz porque la ciudad no estaba anegada de edificios, porque los cables son de 60 años, viejos y caducos y porque hoy domingo a las 8 de la mañana cortaron nuevamente la luz por 3 horas.Entonces digo!!!!!!!!!!!!!!! Paren el mundo que quiero bajar!!!!, porque esto no es mundo, esto es un basural inmenso donde ni los pulmones nos podrán salvar.
Si me extendí si me perdí en algún bosque sepan disculpar, llevamos mas de un mes con cortes de energía y ya mis neuronas no dan para más. ¡buen domingo!
Como siempre Marco, nos invitas con tus breves escritos a reflexionar sobre aspectos vitales de la existencia. Admiro la constancia de los pulmones, el cumplimiento prolijo de una rutina que nada interrumpe, ni los días festivos, ni el sueño, ni la ira de su propietario, ni sus horas plácidas. Ni tampoco las agresiones que tolera, sobre todo en los medios urbanos. Hasta que le llega su hora. El hombre... aspira a otra cosa. Nadie aspira a la rutina, al ininterrumpido trabajo, a que todas las horas de sus días y sus noches sean iguales sin que los turbe ni el amor ni el espanto. Pero necesitamos de ellos... y de tantos otros procesos rutinarios. Gracias, una vez más, por invitarnos a pensar y a mirarnos dentro.
ResponderEliminarMarco Antonio comenta:
ResponderEliminarSé que cuando cierras los ojos, antes de dejarte arrastrar al fantástico mundo del subconsciente,antes de que el sueño te conquiste; te habrás hecho mil preguntas.
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