
Aprendiendo a vivir en soledad
Mi muy querida amiga
(....) , me muero Carricita, pero no estoy triste, pronto me reuniré con Dios. Tú tampoco lo estés. ( ....) Ama a Dios. Se feliz. Te quiero mucho.
Un grito animal salió de mi garganta.
- ¡¡Nooo!! No, no ,no, no es verdad.
Seguí gritando y empecé a sacudir la pantalla del ordenador, como si así esas palabras que me quemaban las entrañas pudieran desaparecer.
Volví a leer su carta como pude, pues las lágrimas apenas me lo permitían, quería cerciorarme de que su carta era real.
Me muero...mientes. No es verdad. No, no es verdad.
Se feliz...qué ironía. ¿Acaso se puede ser feliz sin amor? ¿Se puede ser feliz viviendo en penumbra?
Ama a Dios...¿cómo puedo amar a un ser que me quita mi vida?
Apagué el ordenador y empecé a deambular por la casa. No podía respirar, me asfixiaba. Todo me daba vueltas.
Necesitaba salir de ahí, escapar. Huir de ese dolor que me estaba matando. Huir de la soledad que amenazaba con envolver mi alma.
Cogí las llaves del coche.
Conducir, sentir la velocidad, escapar.
En cuanto salí del pueblo pisé el acelerador con rabia, 60...80....120, el límite era de 40 pero no me importaba, el coche volaba.
¡¡Piiiii!! el sonido estridente del pito de un coche contra el que iba a chocar, despertó mi sentido de supervivencia. Volví a mi carril y frené como pude.
Me eché a llorar sobre el volante. Si él me viera, él que amaba tanto la vida, me despreciaría por ser tan cobarde.
Se feliz, sus palabras resonaron en mi cerebro. Sólo conocía una manera de intentar ser feliz sin él.
Regresé a casa, encendí el ordenador y escribí:
Aprendiendo a vivir en soledad
Capítulo1.- Carta de despedida
Mi muy querida amiga.....
Natalia
Mi muy querida amiga
(....) , me muero Carricita, pero no estoy triste, pronto me reuniré con Dios. Tú tampoco lo estés. ( ....) Ama a Dios. Se feliz. Te quiero mucho.
Un grito animal salió de mi garganta.
- ¡¡Nooo!! No, no ,no, no es verdad.
Seguí gritando y empecé a sacudir la pantalla del ordenador, como si así esas palabras que me quemaban las entrañas pudieran desaparecer.
Volví a leer su carta como pude, pues las lágrimas apenas me lo permitían, quería cerciorarme de que su carta era real.
Me muero...mientes. No es verdad. No, no es verdad.
Se feliz...qué ironía. ¿Acaso se puede ser feliz sin amor? ¿Se puede ser feliz viviendo en penumbra?
Ama a Dios...¿cómo puedo amar a un ser que me quita mi vida?
Apagué el ordenador y empecé a deambular por la casa. No podía respirar, me asfixiaba. Todo me daba vueltas.
Necesitaba salir de ahí, escapar. Huir de ese dolor que me estaba matando. Huir de la soledad que amenazaba con envolver mi alma.
Cogí las llaves del coche.
Conducir, sentir la velocidad, escapar.
En cuanto salí del pueblo pisé el acelerador con rabia, 60...80....120, el límite era de 40 pero no me importaba, el coche volaba.
¡¡Piiiii!! el sonido estridente del pito de un coche contra el que iba a chocar, despertó mi sentido de supervivencia. Volví a mi carril y frené como pude.
Me eché a llorar sobre el volante. Si él me viera, él que amaba tanto la vida, me despreciaría por ser tan cobarde.
Se feliz, sus palabras resonaron en mi cerebro. Sólo conocía una manera de intentar ser feliz sin él.
Regresé a casa, encendí el ordenador y escribí:
Aprendiendo a vivir en soledad
Capítulo1.- Carta de despedida
Mi muy querida amiga.....
Natalia
Esa fue la carta más bella, y la más doliente, que he recibido. La del amigo amado que se despide de la vida y de tí.
ResponderEliminarEl tiempo se detiene una vez más.
Besos.
que despedida querida amiga, algo que nunca podrás olvidar, muchas veces me pegunto por qué deben existir estas cosas y solo me responde la tristeza de saber que ocurren, dejando el dolor y quizás el no olvido por siempre. Un beso!
ResponderEliminarMarco Antonio dice:
ResponderEliminarVivimos con el alma al descubierto para que el amor lo azote.¡Que impotencia esta de no poder, como El Todopoderoso, levantar el brazo y hacer que todo desaparezca, que todo vuelva a su lugar y que los nuestros sean para siempre. Pero esa Gracia no nos fue concedida.
Te quiero mucho.
Impotencia es la palabra, querido Marco.Y resignación y aceptación.
ResponderEliminarYo también te quiero mucho.
Un abrazo, y otro para tí, Maria Susana.