LO QUE SIEMPRE HEMOS QUERIDO DECIR, PERO HASTA AHORA NUNCA NOS ATREVIMOS

martes, 8 de abril de 2014

LA VIDA EN OTRAS PALABRAS

Que peligrosa pueden ser las palabras cuando les damos la libertad de comportarse de acuerdo a la carga de emociones que llevamos por dentro. Las palabras, como las muñecas, pueden desfilar en la pasarela de la vida proyectando modelos de dulzura o espantosas e insultantes marionetas que desfiguran nuestra razón de ser. Todo depende de cómo se desprenden de nuestro intrincado laboratorio cuando la química responde a las situaciones en que la vida nos coloca. Las palabras pueden ser nuestro mejor método de defensa o la peor proyección de nuestra torpeza. En el momento en que les otorgamos libre albedrío, dibujan una imagen de lo que intentamos proyectar en las circunstancias en que nos encontramos en ese momento. El mundo alrededor nos percibe, no precisamente por nuestro aspecto físico, si no por las palabras que forman esa barrera invisible que en ocasiones nos defienden, nos hacen encantadores o en su disfraz de marionetas, nos obliteran.

Vas paseando por la calle y descubres que en tu dirección se acerca una persona con la cual no deseas intercambiar banalidades. Pausas por un instante y te preguntas: ¿por qué reacciono así? Casi nunca tu subconsciente te respondería que es por su aspecto o por su olor corporal. Casi siempre, como un semáforo incandescente parpadeando su luz roja, la respuesta elegiría su verbo, sus palabra y su modo de expresarlas. pensarías que su pasarela, desde que la conoces, siempre estuvo minada de marionetas absurdas arrastrando conjeturas, comentarios despectivos y rumores infundados. Suficiente información como para cruzar la calle y desaparecer sin siquiera dedicarle una autocrítica visual a su indumentaria o al color azafrán de su cabello.

Todos deberíamos trabajar en un huerto interior donde cultivar las palabras. Un lugar junto a la cordura y la inteligencia que pudiésemos abonar constantemente con la nueva información de la que nos suplen las experiencias por el paso de la vida.

Cuida de tus palabras, de su formación, de su estilo, de su elegancia, de su tono y de la carga que les adjudicas cuando se desprenden de tu ser para formar parte de tu mundo exterior.

Marco Antonio

4 comentarios:

  1. Mucha razón te asiste amigo querido. Casi nada tengo que agregar a los que has escrito , ni refutar nada. Debemos medir nuestras palabras sin duda alguna, muchas pero muchas veces no lo hacemos y nos dejamos llevar por el instinto no "cuidado" de nuestro interior y dejamos salir palabras que ofenden o desestiman.
    Si todos cuidáramos de nuestras palabras cambiarían muchas cosas mi querido Marco, pero eso es un aprender de cada uno y comprender que las "buenas palabras" las que no desmerecen y las que dan amor , paz y espiritualidad , son los que nos enriquecen. Un abrazo en un martes de sol maravilloso!.

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  2. Sólo deseo que mis palabras sean como caricias en los momentos de turbulencia, que sepan encontrar el camino a la sensibilidad que estremece la sensatez y que inspiren interés y confianza. Si logran llegar tan lejos, entonces merezco estar aquí, junto a ti, junto a todos ustedes. Este miércoles será aún mejor porque es mañana y eso, está por vivir..
    Un beso

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  3. Estuve escribiendo casi un tratado sobre el asunto cuando ¡boom! se me borró todo ¿Habrá sido un mensaje "de arriba" para que cuide mi palabra escrita? Acuerdo contigo en lo fundamental, Marco, pero como herramienta de la comunicación humana si bien es cierto que podemos cuidar de que nuestra verba sea angélica, dulce, pacificadora, etc. las emociones humanas siempre serán capaces de desviarnos de ese camino y asi como producimos gestos,expresiones corporales de lo más diversas capaces de herir, ofender, provocar, etc lo mismo sucederá con nuestro "discurso". Pero sin duda la invitación que haces de generar ese huerto interior y cuidarlo, es muy apropiada. Si lo logramos, seremos un poco mejores. A ti no te conozco palabras que no sean dulces, alegres, "compradoras". Abrazo.

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  4. Las emociones humanas. ¿Cuántas hermanas son y dònde las guardas? No sé por qué las visualizo féminas, discordantes e intransigentes, capaces de provocar malos ratos y deliciosos interludios. Sospecho que habitan en el centro de comunicaciones que controla desde la palabra hasta las sensaciones de carne de gallina en la piel. Quien tiene agallas para lidiar con estas emociones no es del todo de este mundo. Hay máscaras en nuestro arsenal que algunos usan para confundir sus reacciones: las mentiras, la hipocresía, la ignorancia y la estupidez. Gracias a Dios que estas nunca son escaramuzas de larga duración y con el paso del tiempo se descubre que hay detrás del que las utiliza, entonces cruzamos la calle y seguimos nuestro camino
    Cuanto te admiro, cuanto te quiero
    Marco Antonio


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