LO QUE SIEMPRE HEMOS QUERIDO DECIR, PERO HASTA AHORA NUNCA NOS ATREVIMOS

lunes, 19 de septiembre de 2011

CARTA A LA VIDA XXXIV María Susana


Cuentos de abuelas que se fueron pasando a los hijos, a los nietos y así sucesivamente. Cuentos que con ojos azorados y bocas abiertas escuchábamos ensimismados. La abuela Catalina, pequeñita y de ojos claros (que ella odiaba) relataba sus historias con mucha paciencia creando un aura de complicidad que fascinaba a sus nietos.

Recuerdo el relato de su viaje a la Argentina con su madre y seis hermanitos, sin ninguna otra compañía que la soledad del oscuro mar, en un barco que al parecer, ante los ojos de una niña cuajada de pesadumbres, era inmenso. El reencuentro con su padre que había llegado un año antes a estas tierras fue maravilloso y un alivio para la nostalgia de haber dejado Turín y saber que nunca regresarían, cosa que así fue.

En esta tierra conoció a su marido Pellegrín Pais, un hombre mayor que ella, le llevaba más de veinte años, era moreno, de ojos negros y gallego. De esa unión nacieron sus catorce hijos de los cuales sobrevivieron nueve, aquellas eran épocas en que las enfermedades mataban.
Catalina fue feliz, diría que jamás la vi de mal talante, por el contrario, siempre una sonrisa iluminaba sus labios. También nos contaba del campo, un terreno pequeño siempre sembrado que un día por desgracia el abuelo perdió por ser bueno y cederlo como garantía a un supuesto amigo. Nos contó del caballo overo que la llevaba del campo a la casa y que el abuelo con un solo golpecito en las ancas que siempre le daba antes de partir, diciédole:
Lleva a esta nena a casa— y el caballito obediente la llevaba de regreso al hogar.

Nos contó de la pobreza que volvió a vivir, algo parecido a la que vino con ella desde Turín, pero siempre con su sonrisa fresca y sus ojos celestes claros dandonos ánimo. Nos hablo de la tierra donde nació, pero siendo entonces tan pequeña, una niña de solo seis años, la vida se había encargado de hacerla olvidar muchas cosas. Amó a su Argentina con verdadera pasión. Aquí dejó su semilla- sus hijos- que se criaron fuertes y trabajadores para darle a ella una vejez tranquila.

Mi familia es una hermosa composición de español e italiano, de la cual nunca renegaré, mis raíces están aquí en Argentina pero llevo genes de ambos países.
Ya partieron todos, padre, madre y nueve hermanos se han ido, la última fue esa niña- mi madre- la que el overo llevaba despacito hasta la casa, a la que nunca terminaré de llorar y extrañar.
¿Me pregunto si estarán todos felices? Y se me hace un nudo en la garganta que me impide tragar cuando los recuerdos se instalan en mi corazón. Aquellas historias tan bien contadas y siempre tan bien recibidas. Ahora que todos se han ido, los evoco en este relato y pienso con fe que volveré a estar con ellos y escucharé sus voces de nuevo contándome las historias que aún quedaban por narrar.

María Susana

9 comentarios:

  1. ¡Qué lindo, María Susana!
    Y muy emotivo.
    Con lágrimas en los ojos te envío un abrazo.

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  2. devuelvo el abrazo querida Natalia y digo Gracias a todos y a esa pequeña mujer llamada Catalina. Esto fue para ti abuela querida. Gracias.

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  3. Marco Antonio
    Esto es algo especial, una página del album de tu vida. Maravillosos recuerdos que humedecen los ojos y te hacen pestañear muchas veces.

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  5. Una historia muy similar a la mía, sólo que yo soy pura sangre italiana. Mi abuela materna se llamaba Rafaela, una gran mujer. Sabía hacer crecer tomates o frutillas o ajíes en una maceta. Preparaba un pan dulce de película y un estofado como jamás volví a probar. Se fue hace muchos años, una tarde tristísima de julio a los setenta y ocho. Me ha gustado mucho leerte, Susana. Me ha gustado lo que contaste y cómo lo contaste. Y tus ganas de contarlo. Y que me hayas hecho revolver recuerdos, Un beso enorme.

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  6. hola querida amiga el abrazo de los otros días en face, lo vuelvo a repetir hoy, eres una persona maravillosa. mi sangre es más italiana que española no en vano mi apellido es Dall´ Occhio. Pero algo de galicia hay en mi. Un beso mi amiga!

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  7. Las abuelas, tienen ese comun de historias de emigrantes, como tambien la mia de España que vino en un barco a los 20 años viuda con una hija, una que murio en su tierra y un hijo mi padre que quedo en Bilbao con sus abuelos.
    Ahora, ya cerca de las estrellas donde pueden estar, me pregunto muchas cosas de sus vidas.
    Ya no estan pero si estan en el corazon que no olvida. Muy lindo tu homenaje lleno de nostalgia un abrazo Carmen

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