LO QUE SIEMPRE HEMOS QUERIDO DECIR, PERO HASTA AHORA NUNCA NOS ATREVIMOS

lunes, 27 de diciembre de 2010

LA ARRUGA




Te miras en el espejo mientras cepillas tus dientes y te haces mil preguntas. ¿Es natural que esta rutina se convierta en el drama que descubre cada mañana algo diferente, algo que no estaba ahí la última vez que coincidimos con nuestro reflejo? No sé por qué, pero siempre intentamos encontrar la respuesta traspasando las pupilas de ese reflejo que en cadencia se cepilla sus dientes y a la vez, nos hace sentir intimidados y culpables.
No necesitamos respuestas. ¿Quién no sabe que estamos en constante movimiento prisioneros de un tiempo que avanza devorando nuestro futuro? ¿Que cada mañana nos encontraríamos frente al espejo sujetando el cepillo de dientes y que una y otra vez reflexionaríamos sobre los imperceptibles cambios para los que no hay respuestas, ni siquiera traslucidas en la profundidad de nuestras retinas? La realidad es que estamos retrocediendo. Somos como una hoja de papel en blanco que se va estrujando entre las manos de ese tiempo que no apuesta a nuestro favor.
Habrá que imaginarse niño y buscar las fantasías en algún recóndito lugar del alma sin reparar en los cambios en la corteza, sólo en las vivencias que moldearon nuestro inquebrantable carácter. Buscar y buscar allí en lo más profundo, en la esencia de lo que somos, donde la metamorfosis del tiempo no tenga efecto, donde el amor y la confianza prevalezcan sobre la oscuridad y la inconsciencia que ahora reina en este mundo.


Marco Antonio

3 comentarios:

  1. "Imaginarse niño", ahí está la clave, querido Marco. Para así, como bien dices, prevalezcan el amor y la confianza.

    Un abrazo muy fuerte en este día de los inocentes.

    ResponderEliminar
  2. El sadismo del tiempo no tiene nombre. Actúa en las sombras, invisible y constante. Y nos moldea irreparablemente. Imaginarse niño puede ser la clave. O quizás vestirse de niño con ese retazo de inocencia que hemos guardado muy en el fondo de nosotros mismos. Si aún está allí podemos ser felices hasta el final. Abrazo apretado para todos.

    ResponderEliminar
  3. El tiempo es implacable y hasta ruin, ahora está en nosotros el saber aceptarlo, en conservar la inocencia de la niñez y el candor de la juventud y al mirarnos al espejo si bien no podremos negar lo que nos muestra, sabremos que aún tenemos esa chispa que no eleva el alma hacia la libertad de sabernos únicos e irrepetibles hasta que nos tengamos que ir. Un beso querido amigo, un 2011 venturoso a Rapahela y Natalia también.

    ResponderEliminar